
Cuando llegan las vacaciones, ordenar la casa suele ser parte natural del proceso previo a viajar. Sin embargo, existe un elemento que a veces pasa desapercibido: el café. Guardarlo adecuadamente marca la diferencia entre volver a casa y encontrar un café aromático, intenso y fresco… o uno plano y sin carácter. A continuación, te compartimos una guía completa para conservar tu café como corresponde mientras estás lejos.
El café es un producto sensible. Su sabor, aroma y textura dependen de la preservación de sus aceites naturales y compuestos aromáticos. La exposición a factores como aire, luz, calor y humedad acelera su oxidación, acortando su vida útil y afectando la calidad de cada taza. Entender cómo se comporta el café permite protegerlo correctamente y mantener intacto su perfil sensorial.

Cuando el café entra en contacto con el oxígeno, comienza un proceso de degradación natural que reduce su frescura. Por eso, el primer paso para un buen almacenamiento es mantenerlo en un envase hermético.
Para café en grano, elcontenedor evita que los aceites esenciales se evaporen. En el caso del café molido, el envase hermético es aún más importante porque el café ya tiene mayor superficie de contacto con el aire, y por lo tanto, se oxida más rápido.
Si tienes la opción de elegir antes de viajar, el café en grano siempre será la alternativa ideal. Su frescura dura más tiempo y conserva mejor el aroma. El café molido es más práctico, pero su degradación es más rápida debido a la exposición del polvo al oxígeno.
Si ya tienes café molido, asegúrate de guardarlo en un recipiente sellado y en un ambiente estable. Así, al regresar, podrás disfrutarlo sin cambios drásticos en su sabor.

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